Pues como digo en el título, ayer tuve que ir a ver una obra en Vilafranca del Penedès, zona bastante maja. Como no tenía ganas de pagar peajes, aunque luego me los pague la empresa, decidí salir de Barcelona por la Avenida Diagonal, y coger la N340 para ir hacia allí, cruzando el macizo del Garraf.
De vuelta, tenía que pasar por otra obra situada en la Gran Vía de BCN, así que el punto natural de entrada era por la Autovía de Castelldefels (o de Castefa, en denominación garrulístico-dominguera). Los itinerarios recomendaban bajar hasta cerca de Vilanova o Sitges (esta última zona truchil) y coger, o bien los túneles del Garraf (otra vez peaje) o bien las infames Costas del Garraf.
Las ventajas de tener un roady como coche único, es que uno puede decidir alegremente coger carreteras de éstas:
Hay que reconocer que hacía AÑOS que no pasaba por allí... más de 10, probablemente. Pero el asfalto estaba impecable, cosa de agradecer. Quizá sería más divertido sin tanto tráfico, pero bueno, fue una bonita experiencia, saturada de curvas.
Y, cómo no, una parada estratégica en el camino para disfrutar de las vistas junto al mar...